El acto de responsabilizar al médico por determinados daños generados por su accionar profesional no es una costumbre contemporánea.
Se sabe que 2000 años A.C. el código de Hammurabi castigaba con la amputación de la mano o del brazo al cirujano que produjera la muerte de algún paciente.
En el tiempo de Alejandro Magno un médico fue crucificado por el abandono de un paciente. En el derecho Romano, un acto de negligencia médica merecía severos castigos y en la legislación española medieval el médico que causaba un daño grave a una persona podía quedar a disposición de los familiares del paciente afectado o del Rey siendo a veces desterrado de la zona en que vivía. A pesar de su antigüedad la responsabilidad profesional no era habitualmente exigida.
A mediados del siglo I XX, se iniciaron en Francia los primeros juicios por actuaciones profesionales médicas graves generando de alguna manera condenas por: negligencia, imprudencia, impericia y la compensación o indemnización a través de pagos a favor de las victimas o familiares, denominándose responsabilidad médico judicial.
En la segunda mitad del siglo XX, en los EEUU , donde adquirió relevancia el derecho de las personas , la medicina tradicional no escapo a estos nuevos lineamientos sociales y con la denominación de malpractice se incrementaron las demandas por el accionar indebido de los médicos.
En nuestro país desde comienzos de la dedada de los años 80, en materia del ejercicio profesional médico surgieron una serie de cambios generados por diversos motivos, pero entre los más destacados se encuentran: A) La globalización de la economía (prestaciones de alta calidad, al menor costo posible) y B) La plétora médica.
Esta ecuación fue seguida atentamente por los directivos de las obras sociales estatales , sindicales , privadas , sistemas de prepago ,consultoras , intermediarios , especialistas en ciencias económicas , juristas, abogados y entidades médico- sanatoriales que encuentran terreno fértil con el fin de introducir entre otros , programas de prestaciones copiados de países desarrollados como EEUU, Canadá, hoy ya desactualizádos y dando marcha atrás por sus penosos resultados, como lo señalan numerosas publicaciones científicas, mientras que en nuestro país sus promotores hablan de la excelente calidad de atención que se brinda a sus clientes. (Termino, este último que reemplazó al de paciente)
Estos hechos sumados a que las entidades médicas deontológicas, gremiales, científicas, en algunos casos, por desactualización de sus estatutos, y en otros por falta de voluntad política de luchas por sus miembros concientes de sus deberes y responsabilidad se ha logrado quebrar la relación médico paciente, tan cara al sentimiento de la inmensa mayoria de los profesionales del arte de curar, sobre los cuales los grupos de poder responsabilizan en forma directa al médico hablando de deshumanización , paternalismo, ausencia del médico de familia, excesivo apoyo tecnológico, etc.
Hoy las demandas no son solo están dirigidas al médico sino que la avidez económica hace que se extiendan al resto del cuerpo profesional, instituciones prestasionales (sanatorios hospitales, clínicas).
Por el otro lado no debemos dejar de reconocer nuestra cuota de responsabilidad ya que siempre detrás de una denuncia por daño, hay un profesional médico que asesora al estudio jurídico demandante y por último no saber reconocer esta nueva situación laboral a la cual debemos prevenir actuando cuidadosamente y alejarnos de la posición individualista pensando que estas cosas nunca nos van a ocurrir.
En la actualidad tenemos que entender que tenemos un nuevo juramento hipocrático, tratar a nuestros pacientes con la diligencia debida pero concientes que debemos actuar con una verdadera vocación preventiva para evitar un error médico sabiendo que debemos hacer, que no debemos hacer y porque debemos luchar. .
.A) QUE DEBEMOS HACER:
Se debe ser extremadamente cuidadoso en la asistencia de los pacientes; todos y cada uno de los actos médicos deben ser ejercidos luego de haber completado la curva de aprendizaje, suficientemente acreditada a través de (cursos, residencias, concurrencias, asistencia a centros especializados). De no contar con ellos, integrar un equipo médico entrenado, con guías de procedimientos actualizadas en cada una de las acciones médicas, diagnósticas, terapéuticas y de seguimientos.
Observar de contar con centros asistenciales con capacidad instalada adecuada para las mismas (elementos para decontaminación instrumental, resucitación, sala de recuperación, etc.,)
Recordar que cada acto médico, entraña riesgos inherentes al mismo, por tal motivo, aunque se tenga amplia experiencia, se le debe explicar al paciente y allegados, todos y cada uno de los detalles que van a ponerse en marcha tras la atención del caso. Ofrecerles los diferentes recursos disponibles en la actualidad, no prometer resultados, enumerarles los riesgos posibles descriptos en la literatura y hacerlo personalmente y no a través de la secretaria porque usted no tiene tiempo (es imperdonable a juicio de cualquier funcionario de la justicia).
Asistirlo con diligencia, respeto y paciencia, diariamente en los casos internados y exámenes específicos, asentado en historias clínicas, e informes, con letra clara los comentarios que dictan las buenas prácticas de las mismas.
Por último, no olvidar la sacrosanta obligación de hacerles firmar el consentimiento informado (siempre que se pueda escrito), al paciente (si está conciente) y/o familiar, o de lo contrario asentarlo en H.C.
Estimado colega, este acto contrariamente a lo que muchas veces escuchamos en conferencias y cursos de responsabilidad civil médica, tiene inestimable valor legal, claro no será así, si es llamado en la madrugada por una urgencia o en horas que a su juicio sean inoportunas y no acude asistir al paciente o no da las explicaciones pertinentes del caso o comete la imprudencia de no efectuar los estudios o exámenes en tiempo oportuno o no solicitar la colaboración de un colega en caso de tener dificultades para resolver un determinado problema. No se sienta mal por compartir ideas ó estrategias con otros profesionales.
B) QUE NO DEBEMOS HACER:
No escatimar esfuerzos para brindar lo mejor de su conocimiento. No abandone al paciente que asiste, en manos del médico de guardia del hospital o sanatorio en caso de imposibilidad de seguimiento; adviértales al paciente y familiares que un integrante de su equipo controlará la evolución clínica y /o postoperatoria.
Frente a todo caso complicado o difícil esté dispuesto a todo tipo de consultas u opiniones (siempre que las mismas sean con profesionales dignos) y si a usted le toca actuar en tales circunstancias, no encubra los errores, pero piense muy bien en los términos a utilizar a fin de no perjudicar a nadie en tan críticos momentos.
Una vez más aprendamos de nuestros propios errores, antes de manifestarles enojo o disgusto a un paciente o allegado, cuente hasta diez, recomponga su posición, e intente mantenerse sereno y cuidadoso en sus términos .Este momento de reflexión es mucho mas valioso que muchos cursos, conferencias y publicaciones realizadas por usted.
C) PORQUE DEBEMOS LUCHAR.
Debemos salir de nuestra acostumbrada posición individualista y bregar sin pausa, para lograr que se legisle sobre el valor vida y los resarcimientos económicos desmesurados establecidos por la justicia ya que los mismos son varias veces mas elevados que en otros casos de responsabilidad civil por otras circunstancias. Solicitar a las autoridades respectivas limitar el tiempo en el inicio de las demandas (en la actualidad es de hasta diez años). Lograr cambios necesarios para que no todos los demandantes litiguen en condiciones de pobreza y si se demuestra que no es correcta, que la responsabilidad recaiga sobre los demandantes.
Por último intentemos unirnos para luchar por un honorario que nos permita vivir dignamente y contratar un servicio de seguro de responsabilidad civil con suficiente cobertura y sin sorpresas como estamos acostumbrados a ver, por no haber leído las letras más pequeñas de las pólizas.
Esta es solo algunas reflexiones, que seguramente puede generar opiniones encontradas o criticas adversas ya que se trata de de un tema muy caro al sentimiento profesional del arte de curar y un blanco muy codiciado para algunos médicos, abogados y representantes de empresas de seguros, inescrupulosos, cuyas intenciones hoy se conocen en profundidad y contra las que tenemos que luchar, con el mismo entusiasmo con el que ejercemos nuestra profesión y tratar de neutralizarlos
en esta lucha desigual.
Debemos recomponer nuestra estima, saber que gracias al esfuerzo de algunos colegas, a través del Círculo Médico de Rosario, los jueces interviniéntes en casos de responsabilidad civil médica solicitan informes a las filiales científicas que lo integran en casos de necesidad, dando marco adecuado a sus evaluaciones técnicas.
Finalmente es recomendable que los médicos tengamos en nuestras manos el texto de la ley provincial N 4931 sancionada por el poder legislativo el 13-nov.1958 sobre el código de ética de los profesionales del arte de curar y sus ramas auxiliares de estimable ayuda en la profilaxis de nuestro ejercicio profesional.
Dr. José Pigliacampo
Mat. 3819