Desde los primeros pasos en la vida, el ser humano comienza a sentir un quebrantamiento de la fe que lo acompañaba desde el nacimiento y seguía luego, cuando se sentía protegido y seguro, con el afecto que le brindaba la madre y el alimento de ese pecho maternal.
Hasta se han comprobado diferencias en las evolución del nuevo ser deseado por los padres, cuando se le habla o se le hace escuchar música, aun antes del nacimiento, en su vida intrauterina. Hay quienes sostienen que la de Mozart es la de mayor preferencia para el hijo. Al revés parece ser que ocurre con los ruidos destemplados o las peleas de la pareja con gritos e incomunicación con el ser humano en ciernes.
Durante ese crecimiento van surgiendo desengaños ya desde la misma familia, de la escuela, de los poderes del Estado o de cualquiera de las Instituciones que conforman la sociedad, sean ellas laicas o religiosas, (dicotomías entre la palabra escuchada o leída y la acción visualizada o percibida). En otras palabras, desde su mundo exterior creador de una permanente esquizofrenia.
Se va contactando con otros componentes sociales, donde las relaciones no son siempre humanas, sino frecuentemente utilitarias. .
Cada una de estas desviaciones forzadas que bloquean las aspiraciones individuales, constituyen frustraciones para el libre crecimiento de valores enraizados en la naturaleza humana. Tanto John Locke, el filósofo Inglés, en su Ensayo sobre el entendimiento humano, como Erich Fromm, el psico sociólogo y filósofo humanista, en su obra magistral Anatomía de la destructividad Humana, concluyen que el hombre no nace malo sino que simplemente lleva dentro de su naturaleza ambas posibilidades, que son la de ser bueno o malo. No hay estructuras que lo determinen como malo o bueno. Ni la transmisión genética es determinante, sino a veces solo condicionante, quedando una enorme proporción, para las condiciones socio-económicas que determinan el camino por el cual el ser humano habrá de transitar, y escribir su propia historia en esa página en blanco con la cual nace. De la suma de estas historias se irá conformando, en un largo proceso, la modificación que podrá sufrir, para bien o para mal, la sociedad a la cual se pertenece. Carece de legitimidad el concepto de Hobbes, tomado de Plauto , en su Leviatán, conocido como homo hominis lupus
Estas perspectivas determinarán el carácter social de los pueblos, que podrán ser solidarios o egoístas y utilitarios plenos, donde cada uno usa al otro como un medio para sus fines. Estas son las actuales sociedades a las que se refiere ese gran pensador que fuera Jiddu Krishnamurti. En otras palabras, se sucederán nuevos quebrantamientos de la persona en su fe, para ser libre y autodeterminarse, para crecer en base a sus propias potencialidades humanas y su esfuerzo realizado, habiendo una pérdida paulatina de esa enorme fuerza impulsora que mueve al Hombre, que es la esperanza de concretar ese algo por nacer, en algo real y palpable. El ser individual desarrollado e integrado al todo, con conocimiento verdadero de que es un ser social. No en vano, el gran escritor alemán Hermann Hesse, en su ensayo Sobre la guerra y la paz, (no confundir con Guerra y Paz, la obra de Tolstoi) expresó, que si hay una condición que admira en el ser humano, es su posibilidad de ser individualista. Tremenda confusión para poder llegar a la libertad individual, la que hace una sociedad enferma, al colocar como sinónimos cuando son antinómicos, los términos individualismo-egoísmo.
Cuando el ser humano se abate y espera de manera inmóvil ese nacimiento, torna a su esperanza, que debe ser activa y creativa, sin que tome conciencia muchas veces, en mera desesperanza, que se retroalimenta de su propia pasividad.
Se suelen tomar dos caminos para paliar ese desencanto cuando el mismo se hace repetitivo y duradero en el tiempo, y según la intensidad del mismo.
Estos se relacionan, por lo general, con una medición de fuerzas entre la causa frustrante y el hombre frustrado.
En una primera etapa, donde no existe una denigración profunda de la condición humana, pueden aparecer, o bien la violencia reactiva (que muchas veces es en pro de la vida), o bien la depresión (no siempre manifiesta en forma total, sino muchas veces encubierta). Se ignora a nivel social, la cantidad de deprimidos que tienen aspecto de triunfadores, caminando por las calles con una sonrisa simulada.
Jamás haremos un tratamiento efectivo, mientras persista la ignorancia de la etiología de la enfermedad social. No se curan las diferentes patologías sociales, exculpando a quienes muchas veces fueron los mismos responsables, como actuantes por acción u omisión, de esa violencia generada
En una etapa más avanzada, como lo vemos cuando varias generaciones han vivido con permanentes frustraciones, el ser humano sabe de antemano, que no puede tener proyectos de vida concretables, ni perspectivas para crecer en su condición de tal. Aparece entonces la violencia destructiva, que ya no es en pro de la vida. Por cierto que el camino para frenar ambas cosas no es la represión violenta, sino la observación atenta de las causas que la determinaron. Mirar con juicio crítico lo que pasa en una humanidad que se deteriora día a día, (en cuanto a los valores que hicieron crecer al hombre, en épocas mejores), nos debe movilizar para que dejemos de ir, de manera definitiva, a tratar solo los síntomas o efectos secundarios de la enfermedad social. Como en las Ciencias Médicas, los procesos sociales deben ser estudiados desde lo etiológico, junto a su fisio-patología, para llegar a un buen diagnóstico y recién poder tratar la enfermedad social.
Un intento de análisis, sólo un intento, de los pasos que sigue la degradación individual y la sociedad de la que formamos parte, me lleva a sacar algunas conclusiones que trato de plasmar en este escrito.
1º) Ignorancia de que el hombre es un fin en si mismo, transformándola en una variante conceptual opuesta, que nos hace pensar que el hombre es solo un medio para los fines de otro hombre. Esto último es el equivalente directo del fascismo., ya sea en el poder o dentro de cada persona.
2º) Conformación de una estructura del pensamiento mediante prédicas interesadas, por medio de quienes sustentan el poder, de un carácter acumulativo y consumista, que ocasionaría la satisfacción de los placeres de la vida y donde predomina el verbo TENER sobre el verbo SER. Aprovechamiento de una condición que ha conformado el Homo Consumen actualmente predominante, así también como establecer como lógico el concepto de que lo nuevo es bueno y lo viejo ya no sirve. Así se fortalece la abstracción llamada Mercado, a quien nadie conoce en realidad.
3º) Ignorancia del concepto por parte de la Sociedad, de que quienes más tienen menos son y su inversa de que, cuanto más ES el ser humano, menos necesidades tiene y se pone en la búsqueda solo de lo óptimo y no de lo máximo. Siempre suele ocurrir que cuanto más le sobra algo a alguien, otros se quedan con un faltante.
4º) La aparición y crecimiento progresivo de condiciones egoístas en los miembros integrantes de la sociedad, condicionan una diferencia cada día mayor entre los que tienen mucho y los que poco o nada tienen. El mismo egoísmo, en etapa más avanzada, va disminuyendo el número de quienes más tienen (por el propio aumento de su egoísmo, y la ambición inagotable) y aumentando el número de los que nada tienen (que se sienten cada vez más derrotados y resignados a su suerte). Estas constantes, que solo varían aumentando las diferencias, en la manera de tener entre ambos grupos, suelen ser las causales de todos los pasos que siguen el camino hacia las frustraciones y la violencia que de ella deriva. Ocurre de manera permanente, que los que mucho tenían, a su vez son tragados por los monopolios, representantes de las mayores concentraciones de poder económico-financiero, que prescinden de quienes fueron los propietarios, para caer en manos de los Gerentes, nuevos especimenes que manejan el cyber espacio de las finanzas, quienes llevan de sus manos la conducción de las mismas. Ha nacido una nueva palabra; �gerenciamiento�. Como dice Helmut Baumann, la aparición de certidumbres para corregir incertidumbres anteriores, genera nuevas incertidumbres. Perfecto círculo vicioso que nunca termina.
A esta altura se ha perdido ya el fin social que hubiera podido tener el capital inicial, en el único afán de multiplicar ganancias, sin haber tenido el antes mencionado fin.
Aparece en escena una nueva palabra que hace imposible o muy dificultoso, el seguimiento posterior de los actos carentes de ética, en todo lo referente a las relaciones humanas, individuales, sociales e institucionales, que se llama tercerización. Se convierte casi en una nueva abstracción, en una maraña dificultosa de ser penetrada, cuyas partes estructurales son difíciles de reconocer y cuyas formas se adornan permanentemente, impidiendo el reconocimiento de quienes escudriñan los hechos, en una tarea tremendamente dificultosa, que tantas veces hace desestimar las investigaciones pertinentes por no poder llegar a buen final. En ese entretejido se suelen guarecer muchos hechos reñidos con la moral y la ética que tapan las verdaderas estructuras, mostrando solo el exterior. Forma importante esta de aumentar la corrupción creciente que avanza a pasos acelerados en la sociedad mundial.
5º) Si supusiéramos que la riqueza o pobreza son exclusivamente cuestiones referidas a bienes materiales, ignorando que existen las mismas en un sentido espiritual o moral, tendríamos una visión parcializada de las frustraciones, que por una o ambas ausencias pueden resultar para el hombre, una pesada carga que despierta en él, la violencia que se agranda día a día. Existen aparentes contradicciones con los términos pobreza y riqueza. Hay pobres que son muy ricos y hay ricos que son muy pobres. Otra manera de ver la riqueza y la pobreza.
6º) Podríamos decir que existe una pobreza digna y otra que resulta groseramente denigrante, que se transforma en miseria. Etapa esta en que el ser humano, incluso ha perdido su identidad como tal. Por lo tanto resultan insoportables las formas extremas de ambas posiciones de riqueza o pobreza.
Existen países a los cuales la naturaleza ha dotado de menos bienes que a otros, pero que han tenido en sus culturas tendencias más firmes hacia el crecimiento integral e integrativo, mediante el trabajo, el esfuerzo y la solidaridad y donde las ambiciones de poder y el egoísmo se han visto reducidos y no fueron los componentes principales, de su carácter social.
En ellos no se han registrado diferencias patrimoniales tan marcadas entre sus habitantes y el carácter acumulativo no se ha expandido a niveles ofensivos, por la disminución de las desigualdades materiales. Bajo estas circunstancias la violencia llega menos al estado de violencia destructiva, que se torna muchas veces irreversible y en cambio se han ido conformando sociedades solidarias, donde la palabra mío se comparte con la palabra nuestro, sin que sean opuestos, sino simplemente conceptos coexistentes. Así vemos, como transpolando cosas de la fisiología a las Ciencias sociales, podemos observar el mismo fenómeno que nos fuera enseñado con la Teoría de Lapique. Allí de decía que ante reiterados estímulos vía neuronal para provocar una respuesta muscular, la iteración de los estímulos hacían necesario cada vez una mayor intensidad en los mismos para obtener similar respuesta. Lo mismo ocurre con la solidaridad humana, ya que en el momento actual se necesitan grandes desastres como estímulos para desencadenar respuestas solidarias. El ser humano se ha agotado de tantas mentiras dichas desde el poder y de las clases dominantes.
7º) El agrandamiento de la inequidad distributiva, trae aparejado el resentimiento social de quienes no tienen nada hacia los que tienen mucho, y el temor de quienes tienen mucho hacia los que nada tienen. Ya ha nacido un nuevo componente, que es una paranoia real y justificada, en la que coexisten ambos grupos dentro de una misma sociedad. Esta forma real del comportamiento se ve aumentada por otra forma de paranoia, que es irreal e injustificada, que se mete como otro componente más en la personalidad de los seres humanos.
Lujosos barrios residenciales y humillantes Villas Miserias, que se miran con agresividad, temores mutuos y rencores crecientes. La sociedad disimula su escasa solidaridad y trata de tapar las culpas que le corresponden en esta conformación social, llamándoles Villas de Emergencia, como si fueran el resultado de una simple cuestión coyuntural, cuando en realidad ya son estructurales, desde varias generaciones atrás. Jamás se ha visto en Terapia Intensiva una emergencia que dure varias generaciones.
Los que mucho tienen, que en un primer momento de sus luchas por acaparar, pensaban que esto sería gratuito, comienzan su ciclo de ansiedad, angustia y miedos crecientes. Todo el ambiente que los rodea despierta en ellos un recelo que los hace vivir sus vidas bajo permanente temor y llenos de sobresaltos. También nace de esa situación una violencia hacia quienes ven como enemigos. Sienten los lugares especiales enrejados de los barrios privados, como un escape a la violencia que, sin tomar conciencia, ellos mismos en muchas oportunidades han generado con su carácter egoísta y acumulativo. Los ejemplos diarios demuestran que ya nadie está a salvo en una sociedad así conformada.
8º; Es éste momento, en que todavía es posible antes de llegar a la etapa de violencia destructiva, donde el ser humano puede ser recuperado desde las esferas de la misma sociedad y del Estado. Los cambios necesarios son profundos; en materia de salud y de educación, por ejemplo, no solo deben considerarse importantes inversiones, suprimiendo la palabra gasto, sino concomitantemente reemplazarse las viejas estructuras del conocimiento exclusivamente academicista, por un abordaje humanista que contemple como factor prioritario, la elevación de los valores humanos para construir una sociedad diferente, donde predomine la solidaridad perdida. Habrá que cambiar en algún momento de la evolución, las falsas morales nacidas de quienes han tenido el poder y manejado desde la cúspide a todos los integrantes sociales, aun dictando leyes, que muchas veces resultan alejadas de las leyes de la humanidad. Pensar un poco en Antígona y Prometeo, que prefirieron obedecer a las leyes de la humanidad y no a la de los Hombres.
9º; Es la última etapa en la evolución de la violencia, que Erich Fromm denomina Violencia Destructiva. En este momento la misma ya carece de las características que la convertían, durante el estadio anterior, en un mecanismo para defender muchas veces la vida misma, y solo busca la destrucción de todo lo que encuentra a su paso. Lo que fuera magistralmente descrito por Stefan Zweig en su obra Amok . Se ha establecido una lucha mortal entre todos los integrantes sociales, aun de pobres contra pobres. Las ciudades carecen de lugares donde las mujeres, los niños, los ancianos, y los hombres, se sientan seguros de poder caminar por sus calles o permanecer en ellas, a cualquier hora, tanto de día como de noche.
La ley del talión ya rige los destinos de esta sociedad y el más fuerte pasa por encima al más débil. Las nuevas generaciones tratan de evadirse de la realidad, y apelan a todas aquellos ingredientes, (alcohol, drogas, ¿música?, a elevados decibeles que aturden e impiden todas las intercomunicaciones personales) en un intento por forjar ilusiones, que les generen fantasías, que parezcan mejores que las crueles realidades que les hemos legado.
10º; Valdría la pena establecer una pequeña diferencia como lo dice Aldous Huxley, entre la Tecnocracia y la Ciencia. La primera, habitualmente no se fija en la resultante de los inventos, sino que lleva adelante todo lo que la mente humana puede crear, desde un misil a una bomba de hidrógeno, en el afán multiplicativo de riquezas materiales, mientras que la Ciencia, para ser considerada como tal, debe dedicar sus esfuerzos a la producción de elementos que hagan al mayor bienestar común de las sociedades de todo el mundo, lo cual lleva implícito el respeto irrestricto al planeta que habitamos, tratando siempre de dejarlo en mejores condiciones de cómo lo encontramos y pensando siempre, como dijera Lester Brown, sin disminuir las posibilidades de las generaciones futuras.
Dr. Efraín Hutt